Por: Elvira González.
Tras la decisión de cambiar su vida, mudar la peletería a otro poblado aunque empezara de nuevo. Existía una intención oculta de conocer a la hija que tuvo una maravillosa mujer de piel tostada, tras un romance ardiente pero fugaz. Se enteró de la existencia de que tenía una hija cuando la que fue su amada esposa había fallecido.
Pocas palabras había cruzado con ella, la primera vez entró a la tienda cuando la miró le recordó a su madre, era igual a ella, hermosa, cabellera rizada. Fue a comprar leche, jamón, huevos entre otras cosas, pues al llegar, el refrigerador estaba vacío, la gentil joven le obsequió una caja de té con la recomendación de prepararlo en frío con rodajas de limón o naranja. Sin saber le daba la bienvenida al lugar a quien era en realidad su padre biológico, él le inspiró respeto y ternura a la vez. Al ver que su local se había quemado sintió pena, tener un negocio no era cualquier cosa, requería mucho trabajo y dedicación. Cuando la chica de los rulos llegó con botellas con agua y jugos para todos, él se sintió muy agradecido, ese gesto hablaba bien de ella.
Por su vecina de la librería se había enterado que se casaba el fin de semana, (la joven se sentía triste por no tener quien le entregara.) Pero aunque ya le había confesado la verdad a su novia, ella no era tan cercana a la hermosa morena. Sin embargo ella se enteró que era amiga cercana de la bibliotecaria, a quien estaba dispuesto a pedirle ayuda, Él tenía una carta en su poder que confirmaba el hecho de su paternidad, se enteró tantos años después, no tenía idea de cómo darle la noticia.
Esa mañana mientras desayunaba muy temprano en compañía de su interesante dama, con la cual siempre las charlas resultaban terapeúticas. Decidieron que apenas abriera la librería visitarían a su amiga, confiaban en que quizás ella tenía información que les ayudara. Si acaso la morena estaba enterada de ser adoptada, eso sería un avance.
La bibliotecaria había despertado muy temprano después del sueño profundo y reparador, esa energía tan sesual de su amado hombre. Siempre le hacía bien, tal como las inyecciones de vitaminas, cada día con más ánimos, al verle durmiendo tan tranquilo, entró a la ducha. Al salir se vistió, de verdad que estaba cansado, por lo general él madrugaba más. Fue a la cocina, con un gran antojo de pan francés el cual prepararía utilizando un bizcocho estilo italiano que tenía pequeños trozos de naranja y pasas. De un dulce sutil, esponjoso, batió huevos, agregó leche, canela y jengibre en polvo, pizca de cadamomo, mantequilla deslizándose por la sartén. Colocó la pimera rebanada en la mezcla, preparó el café, dio vuelta a la pieza, dorada de aroma irresistible, lavó arandanos para acompañar la delicia. Dos manteles individuales sobre la barra, platos, tazas, cubiertos, servilletas decoradas, tras varias rebanadas, repitiendo la operación. Fue gratamente sorprendida al sentir como la rodeaba por detrás su novio, quien aprovechaba para acariciar un poco sus atributos, ella se mordió el labio inferior. Él sabía que eso la ponía en ese tono ardiente, suspiró hondo.
Tenía que recibir un pedido de libros, además de algunos artículos como tazas, lápices con frases e imágenes de máquina de escribrir estilo antiguo. Se giró le imprimió un beso en los labios, solicitando que le guardara esas ganas para la noche, lo sorprendería en la habitación secreta. Esas palabras lo convencieron, el recién bañado se sentó después de acercar su silla, agradeció el desayuno. Comió como por tres, tenía una jornada de arduo trabajo, lavaron los platos, después lo dientes. Salieron más temprano que de costumbre. Llegaron en la moto, le ayudó a abrir la librería, con la caja de bizcochos y galletas recién hechas apareció su asistente, eran para un grupo grande de mujeres. Un gran club de lectura quienes cada vez les visitaban con más frecuencia, las edades de las increíbles lectoras variaban, además eran muy simpáticas. Preparaban el café y la tisana de frutos rojos con naranja cuando llegaron las cajas del pedido, el arquitecto les ayudó a colocarlas detrás del mostrador.
Todavía no llegaban los trabajadores, preguntó si se le ofrecía algo, regresaría en unos minutos. Sintió la necesidad de obsequiarle flores a su amada sin otro motivo más que el reconocimiento a una gran mujer. Fue caminando a comprar tres hermosos ramos, era un cliente asiduo. Regresó con una gran sonrisa, ella hablaba por teléfono con la morena a quien había invitado a asistir para presenciar la lectura de una novela. En la cual la protagonista era adoptada por una hermosa familia, pero conoce su origen poco tiempo antes de que naciera su hija. Ese grupo era particularmente agradable, le haría bien convivir con ellas.
Esperó a que terminara la conversación, entró a hacer entrega de los hermosos ramos, ella lo abrazó y lo besó en los labios. Colocó las flores en agua, él había recibido una llamada del prometido de la morena le invitaba a comer en la cafetería necesitaba pedirle un gran favor. Acordaron le avisaría la hora, dependía de los trabajos en la peletería. Cada uno se dedicaría a sus labores.
Mientras colaboraban en el arreglo del local de las pieles, el dueño y su novia fueron a saludar a la mujer de los libros. Le platicaron que él era el padre biológico de la chica de los rulos, la bibliotecaria se emocionó. Justo ella se había enterado hacía poco tiempo que era adoptada, se sentía triste por no conocer quienes eran sus padres biológicos. Soñaba con tener a su padre para que le entregara el día de la boda, parecía como sacado de una película. Ella sugirió que esperaran unos minutos, el grupo de lectura comenzaba a llegar, la morena estaba invitada. Los presentaría, sugería que quizás sería una buena idea comieran juntos.
La gentil asistente repartía los libros a las integrantes del club de lectura, servicio de té, café y bizcochos sobre la mesa. Olía a una mezcla de flores, todo lucía muy bonito y femenino. Entró la morena, con un lindo vestido de falda larga, llevaba en la mano una caja de chocolates para su amiga bibliotecaria. Los presentó, mencionaron conocerse de vista, ella sin perder el tiempo, dijo que el buen hombre sabía sobre sus padres biológicos. Sorprendida preguntó si podrían beber un café para conversar, él le invitó a comer, ella aceptó sin dudar.
La historia que leían parecía quedarle a la medida a la chica de los rulos, algunas lágrimas rodaban por sus mejillas. La maravillosa energía femenina vibraba con fuerza, varias de esas mujeres eran adoptadas, otras madres solteras, alguna divorciada, tres viudas. Emprendedoras, otras dedicadas al hogar, estudiantes, acogieron a la hermosa joven de rizos de chocolate, invitada a formar parte del grupo.
A la hora de la comida en la cafetería, una mesa rodeada por dos biombos de madera, permitía cierta privacidad para que el hombre de las pieles le confesara a la morena que era su padre biológico. Al otro extremo el arquitecto escuchaba con atención a su amigo contador, quien le pedía aceptar como obsequio el viaje de bodas. Necesitaba que le realizaran una operación , el doctor había aceptado programar el evento posterior a la boda, pero no debía viajar. Preocupado por el futuro novio, parecía algo ventajoso, ál aseguraba que no habría ningún reembolso, prefería que no se perdiera, era un lugar con magia. La cirugía no era grave, se trataba de una hernia en el abdomen, antes de tener complicaiones debían quitarla. (Realmente no sabía si podría resutar algo grave, debían enviar la protuberancia a patología después de estirpar).
La luna se asomaba antes de lo acostumbrado, la bibliotecaria tenía preparada la habitación secreta. Él le pidió que llevara uno de los ramos dentro, caminaron por el pasillo. Ella con un vestido blanco de tela tan delgada que resultaba evidente la ausencia del encaje superior. La melena negra recogida, pendientes largos. Después de una ducha rápida vestía una camisa blanca, mezclilla que le sentaba tan bien. Al abrirse el doble batiente, el aroma a canela y amor era irresistible, encendieron velas, luces suaves. El arquitecto la abraza por detrás, frente al espejo, comienza a acariciar sus voluptuosos atributos, ella suspira. Los descubre para que sus hábiles dedos los apreciaran mejor a detalle, encendiendo el rosado subido de tono. Manos femeninas inquietas hacia atrás, él pide paciencia, sin descuidar las bondades, baja para sumergir dentro el encaje. Movimientos con arte, arqueada, brazos arriba lo toca por el cuello, la gira la toma por la cintura, un beso de tal profundidad que flotaban extasiados. La despoja de las prendas, pide se recueste boca abajo recargada en los antebrazos, de esa forma los atributos se apreciaban desde un buen ángulo. Toma una rosa, con los pétalos recorre desde los pies hasta los hombros, la descubierta área del escote. Luego le deja caer pétalos encima, se sienta y comienza a trazar, inspirado. Un rato despúes, pide se coloque boca arriba, toma otra rosa, como si fuese un pincel lo desliza por su figura. Fascinado la dibujaba, hasta que ella muy inquieta se apoya sobre las manos, y abre las piernas. Cuando él levanta la vista, suelta el cuaderno y lápiz, parecía que su pantalón estaba por romperse. Se acerca con su musa, mujer maravillosa para con el alma descubierta entregarle todo su inmenso amor…
Sentada en una banca de madera, descalza, con una taza de capuchino espumoso. He encendido una gran cantidad de velas, a favor de nuestro mundo bañado de amor, salud, paz, armonía y buena energía para todos. Aroma a bicocho de nata con toque de naranja y glaseado de limón, sobre la mesa con un mantel blanco bordado de pequeñas flores rosas. Servicio de infusiones, café y algunas bebidas a elegir, bocadillos salados también. Elcómodo sofá hoy viste en tonos lilas con los coijines de telas de tonos menta, azul cielo, acentos malva, un jarrón con flores en armonía. Frente la pintura mural de unos ángeles, parece relajante aunque inconclusa. Mientras escucho a Ten Sharp -You – Dim Zach & Deem Edit- romántica. ¡Feliz Día Internacional de la Mujer!
Respira dulzura. Inhala amor y exhala ternura…
















Fotografías de Elvira González.
Derechos reservados conforme a la ley/ Copyright
Continuará…
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