Por: Elvira González.
Apenas amaneció escuchó ese sonido maravilloso y relajante que producen las olas del mar. Suspiró pensando en lo mucho que le gustaría abrazar a su amada, desayunar con esa vista, salir a caminar por la arena mojada, besarse al comtemplar el atardecer. Sabía que a ella no le gustaría vivir en un lugar así, pero un fin de semana romántico en un destino playero seguro que si. En cierta forma también prefería solo para vacacionar, era excelente hora para salir a caminar por la playa, después a la ducha, antes de ir a desayunar hablaría con su novia.
En la playa muy pocas personas corriendo, o dando un paseo, recolectó algunas piedras, conchas y caracoles, acalorado,sudado se bañó. Con la toalla en la cintura, el pelo mojado le llemó a su querida bibliotecaria, quien estaba exactamente como él envuelta en la bata blanca húmeda. Sonaba tan contenta de escucharle, él activó la cámara, al ver como estaba recordó esas burbujas de jabón del día anterior. Se lo mencionó, ella se mordió el labio, él le pidió se abriera la bata, risa nerviosa, nunca habían hecho algo así. Entonces él se sacó la toalla primero, pra que observara como la extrañaba, más risas nerviosas, entonces, se descubrió los atributos, la elogió. Le hizo saber que le haría si la puediera tocarle, describió como sus manos se los acariciarían, su boca lista para comer tal manjar. Ella suspiró, comenzó a acariciarse, eso le resultaba tan sexy, solicitó a su dama llevara la mano entre las piernas. (Ambos estaban muy ardientes.) Mientras concedía sus peticiones, ella lo mandó a frotarse tal como se lo hacía cuando lo tenía frente, entonces le dijo que sintiera la humedad de su boca que le encantaba hacerle sentir.. Eso lo dejó extasiado, le al mismo tiempo satisfacían el extrañarse. Cantaron juntos esa melodía que tanto disfrutaban y se repitieron amarse.
Él necesitaba ver al comprador, cerrar el trato, el cerrajero estaría en dos horas en la casa para ver que había tras la puerta. Quizás conservaria un par de libros interesantes sobre muebles de playa y terrazas, lo demás lo incluía en la venta. El gentil cerrajero llegó antes de lo previsto, la cerradura tená óxido, sería conveniente cambiarla, tendría cuidado para no lastimar la puerta. Estaban en eso cuando tocaron el timbre, eran las tres mujeres voluptuosas que le lloraban a su amigo en el funeral. Estaban en bañador de dos piezas, con pareos de colores a la cintura, era claro que pasaron un rato en la playa. Pidieron les permitier hacerle una propuesta por la casa, no tuvo más remedio que dejarles entrar. Se sentaron en la sala, les ofreció agua, les pidió que esperaran, le arreglaban una puerta.
Finalmente el buen hombre con todo cuidado removió la cerradura y se la cambió por otra. Le entregó juego de llaves, al abrir en el interior además de una cama con docel que tenía cintas en la cabecera, una vitrina con juguetes sexuales. Apenado con el cerrajero, el señor le hizo saber que no era la primera vez que arreglaba ese problema. El arquitecto le pagó, agregando una propina por su discreción.
Regresó a la sala tras despedir al amable señor. Las tres mujeres se habían soltado las cabelleras, retiraron los pareos, sin ninigún recato le hicieron saber que lo encontraban muy apetecible. Él estaba de pie, serio. Se retiraron la parte de arriba de los bañadores, mostrando sus abundancias le ofrecieron un rato inolvidable. Para darle la bienvenida, después negociarían la casa. Aclaró la garganta, esas tres damas maduras, atractivas le hicieron sentir incómodo, él les agradeció, pero lo único que quería era vender la casa. Ellas conocían lo especial de la segunda habitación, tenían muy gratos recuerdos con su tío, no se molestó en aclarar que no era su familiar.
Sonó su celular, era el abogado se alejó para poder hablar, mencionaba que la persona interesada en la casa debía salir de viaje, una emergencia. Él le explicó que estaban las señoras del funeral ahí, entonces el licenciado, le dijo la cantidad que ofrecía la otra persona, seguramente ella darían un poco más. Sugiere les diga que regresen en dos hora pues tiene otra cita previa. El apoderado llegaría antes llevaría los papeles, ese tiempo de espera aseguraría cerrar el trato. (Ya las conocía) Regresó con ellas, muy amable les pidió que regresaran en el tiempo acordado. Aprovecharían para ir comer algo, lo miraban con ganas de aprovecharse de él. Colocó el cerrojo en el batiente. Suspiró, se secó el sudor de la frente, fue a la habitación, comenzó a sacar foto. La idea de tener algunos juguetes no le desagradaba, pero era claro que no quería nada previamente usado. Tras de un biombo había una muñeca inflable. Se tomó una foto junto a la muñeca, se la envió a su amada, agregando una nota que decía: «Lo siento amor, me conquistó una mujer en la playa»…
Primero llegaría el texto y después la foto. La bibliotecaria acababa de sentarse tras la computadora, tenia un grupo se lectura en el lugar. Sonó el celular, un mensaje de su adorado hombre, al leer lo que decía, tenía la certeza que no era cierto. Cuando ve la foto, suelta la carcajada, entonces le llamó, risas de los dos, le enviaría más fotos, esperaba vender la casa a las tres viudas quienes habian llorado a su amigo. Ya le platicaría a su regreso. Las imágenes de los juguetes, llebaban una anotación de que nada de eso se llevaría. Sugirendo que quizás algo podrian ir a comprar juntos, esa idea sonaba provocativa, se mandaron besos.
Depués de revisar la habitación de la terapia, encontró una buena cantidad de fotos de mujeres con prendas pequeñas. Las cuales tenían dedicatorias escritas en la parte de atrás, la mayoría era de las tres mujeres que habían tratado de apovecharse de él. Un cajón lleno lencería y bañadores de dos piezas, era claro que las señoras tenían una historia en esa casa. Sería lo mejor que se quedaran con ella. El timbre sonó, era el licenciado, revisaron los papeles, todo estaba en orden. Conversaban esperando a las amigas del apreciado difunto. De pronto,cinco minutos antes del tiempo caordado, las futuras compradoras. Vistiendo exactamente el mismo atuendo. Les invitó a pasar, saludaron coquetas al abogado, era claro se conocían bien, quizás de forma mas íntima. (El apoderado le comentó que las damas eran muy apreciadas en el lugar) Sentados a la mesa, antes de conocer la oferta del otro comprador, escribieron en un papel una generosa cantidad. Solicitando todo lo que tenía en el interior, el arquitecto miró a los ojos a las mujeres, tenían un trato. No se llevaría nada, firmaron papeles, un rato después la trasferencia estaba hecha, estrecharon manos, entregó las llaves. Se despidió también del apoderado. Fue a comer al mismo lugar del día anterior, sopa, ensalada, pescado, bebía agua de coco con toque de limón. Al ver la hora, pensó que era buen tiempo para regresar quizás antes del atardecer, no tenía nada más que hacer ahí, así sorprendería a su novia.
Fue a la tienda a comprar dos bañadores para su amada, de dos piezas y completo, podrían ir a nadar a la pisicna del hotel, otro par para él. Encontró pareos haciendo juego, algunas otras cosas, como una alberca inflable en la que entraban los dos, su mente voló, regresó al hotel. Guardó todo,fue a la recepción para pagar la cuenta, le atendió la dueña una señora muy amable con quien había platicado sobre su inmueble. Le hizo una consulta al saber que era arquitecto, le dejó sus datos. La mujer pretendía comprar un hotel en otra población, podría solicitar sus servicios. Le comentó que regresaba a casa, se subió a la moto. Antes de salir a la carretera decidió llamar a su amada, en forma breve le hizo saber que llegaría en un par de horas. Ella feliz le esperaba, deseo buen camino.
La bibliotecaria estaba terminando una sesión con un grupo de lectura. Había ayudado a su vecino el peletero a organizar su primera cita romántica con la viuda adicta a los libros, el hombre estaba emocionado.
Pasaron tres horas ella estaba en su apartamento, preparando ensalada y pasta para cenar. El arquitecto no llegaba, le llamó al móvil respondía el buzón, le pareció extraño pero debía esperar. Se sentía nerviosa, preparó una manzanilla no tení hambre. Tiempo después nada…
Sentada en un cojín redondo, descalza, con una taza de infusión de de canela. He encendido velas a favor de la paz, salud, armonía y bienestar para todos los seres humanos, por un mundo mejor lleno de amor. El aroma a rosca de naranja inunda el ambiente, sobre la mesa recién salida del horno, al lado del café y chocolate caliente. Un cómodo sofá color azul claro, frente a una colección de cristales en la gama iluminados. Mientras escucho a Le Flex – Take Good Care of My Heart – una excelente opción. Agradezco tu especial presencia al blog.
Respira ilusión. Inhala creyendo y exhala agradeciendo…

















Fotografías de Elvira González.
Derechos reservados conforme a la ley/ Copyright
Continuará…
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