Por: Elvira González.
Saboreaban el delicioso café en boca cuando fuertes golpes en la puerta les sorprendieron, era claro se trataba de una emergencia. Al ver por la mirilla descubre que era un hombre atractivo, maduro, bien vestido, decía ser su vecino. (Quien al lado de la librería estaba arreglando el local para abrir una peletería.) Ella abre la puerta, el caballero se quita el sombrero, se queda mudo por un instante, sorprendido, era la musa que necesitaba, pensó. Saluda gentilmente se presenta (apellido extranjero), había tocado el timbre tres veces, por esos se atrevió a golpear le madera. Explica que los trabajadores manipulaban una máquina muy pesada al perder el equilibrio romperion el cristal del aparador de su negocio. No tenía el número para poder llamarle, sin embargo le habían señalado su domicilio. Se disculpaba, esperaba su autorización para reparar el daño de inmediato ya tenía las medidas, le compensaría por los daños.
La bibliotecaria muy amable le agradeció el haber avisado, presentó al arquitecto como su novio, estrecharon la mano. Estaría ahí en unos minutos, se despidieron, el caballero de las pieles, le besó el dorso de la mano. Al cerrar la puerta recordó que tenía el celular sobre la mesa de noche se terminaba de cargar. Fue a revisar, para mostrarle, claramente se ve que el trabajador perdió el equilibrio, la pesada base rompe el cristal. Su amado le pregunta si acaso no se va a lavar la mano que le besó el vecino, ella suelta la carcajada, acaso tenía celos del vecino, lo besó. Entonces el sensual novio parecía haber notado que al señor ese le brillaron los ojos al ver s u amada. Con risa traviesa, él dice que en la noche la llevara a la casa móvil le preparará la cena. Salen rumbo a la librería.
Ambos se bajan de la moto, cuando ella se quita el casco sacude su lacia, larga y azabache cabellera, el dueño de la peletería voltea a verla. Pasa saliva, sus ojos hacen un discreto escaneo por sus cuvilínea figura, casi le toma medidas. Se acercan ambos, no había más daño que el vídrio, aceptó que lo reparan, el vecino hizo una llamada Debía quedar listo a más tardar en un par de horas, entraron a la librería, un empleado pidió permiso para limpiar el desastre. Aunque debía ir a ver la obra en el hotel, aplazó un poco sus labores. Esperaría a que quedara reparada la vitrina, preparó el café, quitó los libros de exhibición, revisó las cámaras. Ella se sentó a ingresar algnos pedidos en la computadora, mientras bebía la infusión de canela que le sirvió su amado, imprimió un beso en los labios. Su asistente estaba por llegar con los bizcochos recién hechos, le solicitó el doble para los trabajadores quienes se disculparon muchas veces por el percance.
El arquitecto le avisa que va a conocer el local del vecino, desde afuera observa, la fachada de madera llevaría algún detalle forrado de cuero. Cuando ve que tenía planos en la mano el señor preguntó si quería ver el local, (eso llamaba su atención). Entraron el área del mostrador y la exhibición casi listas. Conversando se entera que el hombre era especialista en chamarras, vestidos, sombreros, cinturones, bolsos manejaba diferentes tipos de pieles. Le mostró un catálogo, era un artista tenía prendas con gran nivel de diseño, era culto y educado. Se tranquilizó un poco, mencionó que posteriormente le encargaría dos chamarras iguales una para su novia y para él. Se ofreció a revisar sus planos, le hizo un par de sugerencias las cuales le dejaron muy complacido.
Antes del tiempo establecido llegaron con el vídrio para el aparador, no tardaron en colocar la pieza. Entonces fue a ver a la dueña de su corazón, quien atendía a un grupo de lectura, la señora que le asistía estaba con ella. De lejos le dijo adiós miradas coquetas, cada quien a lo suyo.
En la peletería de una caja saca un vestido de piel negro muy provocativo con unas tiras que resaltaban los atributos, espalda descubierta, y abertura. Al ver a la vecina de los libros pensó que ese diseño sería perfecto para ella, lo dejó a la mano, quería mostrárselo. Colocó una elegante cartera en una caja se la llevaría de obsequio como disculpa. Primero vio el aparador, después entró, le encantaban los libros, justo estaba sentada tras el mostrador se acercó ella se puso de pie. Agradeció la rapidez con la cual repararon la vitrina, le entregó la caja, al ver el delicado trabajo en una pieza tan sencilla y útil, menciona que le gustaría ver sus creaciones. quería unas chamarras para su novio y para ella. Fue con el vecino, comenzó a mostrarle algunas prendas mientras la charla fluía, él era viudo, decía que ella le recordaba un poco a su difunta esposa cuando se conocieron. Ella sonrió, era claro que le dolía su pérdida.
Movió la caja donde tenía la sensual prenda, la tapa sobre puesta, se alcanzaba a ver un poco, lo cual llamó la atención de la vecina. Quien preguntó si lo podía ver, eso era exactamente lo que quería, se lo mostró, la expresión en su rostro mostraba lo mucho que le gustaba. Sugirió colocarlo en el maniquí femenino para que le mostrara más a detalle el diseño. Cuando se da cuenta que la falda tiene cierre detrás y al frente eso hace volar su imaginación. Las tiras que enmarcaban el pronunciado escote se abrochaban a una especie de collar en el cuello. Se quedó pensando en su amado arquitecto, que haría si usaba algo así. El caballero de las pieles, menciona en voz baja que esa prenda era para lucir con el ser amado, trabajaba en una línea especial de ese estilo. No se resistió preguntó si estaba a la venta, asintió, sugirió entrara al probador. Explicaba que la ropa de piel era difícil ajustarla, por eso realizaba encargos a la medida. Va a probarse la prenda, parecía ajustarle a la perfección, pero no alcanzaba a verse completa, se asoma para saber si tenía un espejo de cuerpo completo. Coloca el que tenía frente al vestidor cuando sale el caballero la ve y se queda sin aliento, le acentuaba la figura divinamente. Como si tuviese una cámara en los ojos se graba en la mente la belleza de su pálida piel en contraste con el negro del cuero.
Salió con la prenda en mano, le hizo ver que la pieza la había elaborado meses antes, dos señoras se la probaron y no les quedó. En definitiva sin saberlo la había confeccionado para ella, le hizo un descuento, lo puso en una funda especial con gancho. Una pieza diseñada para derretir cual caramelo al dueño de su corazón. Estrecharon las manos serían buenos vecinos, su visita y compre eran augurio de buena fortuna.
Estaba tan emocionada, soprendería a su sensual y celoso novio con el provocativo vestuario. Lo dejó colgado en el perchero junto al mostrador, funda de color negro no permitía ver el interior.
Cuando terminó de trabajar el arquitecto fue a su casa, a darse una ducha, había trabajado al rayo del sol, sudado, con la ropa sucia estaba incómodo. Coció papas, chícharos y zanahorias, tenía atún, unas tostadas saladas, preparó limonada con agua mineral. Había comprado helado de caramelo además de unas rebanadas de un bizcocho de natas. Puso la mesa dentro, pétalos de rosa, velas, vestido de gris, oliendo a loción, disfrutaba seducir cada noche a su amada, le parecía importante mantener viva la pasión. Todavía tenía tiempo, raro en él pero le dio sueño, sentado en el sillón bebpia agua, después se quedó dormido profundo. El hombre de las pieles solicitó a su novia le sirviera de modelo para poder realizar unos trajes especiales para seducir. Entonces vistiendo solamente encajes, el media escrupulosamente cada parte, con finas tiras de cuero cubriría su figura. Había tenido que quitarle las prendas íntimas, listones sobre sus voluptuosos atributos, entre las piernas necesitaba ajustarle. Lo cual la provocó, el hombre la frotaba y ella gozaba, entonces… Se tiró encima lo que quedaba de agua en el vaso, despertando abruptamente, logró calmarse tan solo fue una pesadilla, repetía para si mismo. Secó la camisa.
Llegó antes de lo previsto por ella, se bajó de la moto, le avisó que la esperaba, ya no tenían clientes, cerraría antes. Él saluda al vecino quien terminaba labores también, elogió el toldo con el logo buen diseño.
Al entrar en la casa móvil, ella elogia la mesa, lo besa, pregunta si no le molestaría que cenara en pijama, lo cual le extranó, pero estaba bien. Subió se cambió, debajo del vestido no usaba nada, se hizo una cola de caballo, se pintó los labios de un malva oscuro, perfume, tacones. Bajó la escalera, a la mitad, le preguntó seria si ya estab lista la cena, él voltea con la cuchara en la mano, la cual soltó. Con la boca abierta se quedó, ella se le acercó lo agarró de la camisa, mordió su labio inferior. Le acaricio la barba, preguntaba si le gustaba, él tomó su mano, para que girara. Lo dejó sin palabras, esperaba que no lo ustilizara para salir, «amado mío es para ti».
La rodeó por la cintura, necesitaba contarle la pesadilla que tuvo, ella le abrazó, lo tranquilizó, era un hombre mayor quien amaba todavía a su difunta esposa. Lo más importante era que ella lo amaba a él.
Entonces le sube a la música, ella rodea su cuello, aferrado a sus caderas siente como se contornea. Mejilla con mejilla, frente con frente, sonrisas. Se dicen amarse, la toma de la mano le hace girar, de espaldas besa los hombros descubiertos, eso le gusta. Hace la cabeza hacia atrás, ella coloca las manos de él sobre sus bondades, mete los dedos debajo frotando. Erizando la piel, baja una mano sube más el cierre al frente siente su desnudez y lo mucho que le gusta como la acaricia. Pide no se detenga, hace la mano hacia atrás frota su pantalón, se vuelve frente a él. Sus bocas con besos profundos, lenguas bailando, suelta el vestido del cuello se aferra, elogia rozando con los labios, ella le quita la camisa. Suelta el pantalón halaga a su hombre, disfruta verlo así, él la despoja del vestido la acaricia, le repite lo mucho que le gusta. Mientras sus manos expresan el deseo, la sienta en el mueble de la cocina, ella lo rodea con las piernas abrazados, se unen hasta el alma, caderas agitadas, cantan fuerte. Se besan con mucho amor, deciden comer el helado de caramelo, un bote dos cucharas, Tendran que lavar el mueble, entre besos y risas.
El celular de él sobre la mesa de noche, había recibido algunas llamadas y un mensaje importante, pero estaba sin volumen. No tenia idea de lo que había sucedido…
Sentada en la pelota de pilates, descalza, una taza de té negro con leche. Velas encendidas creando un ambiente cálido, relajante, con esa intención por la paz, amor, salud, armonía y el bienestar para el planeta y mundo entero. El cómodo sofá frente a una pecera, a un lado la mesa con café e infusiones, pastel de chocolate recién salido del horno, disfruta. Mientras escucho Amado Mío – Pink Martini – ft. Storm Large – invita a bailar. Agradezco tu gentil presencia al blog.
Respira calma. Inhala amor y exhala vida…
Fotografías de Elvira González.
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Continuará…
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