Casa móvil y el consuelo…

Por: Elvira González.

Una inesperada velada romántica fortalecía sus sentimientos ambos confesaron amarse, eran personas muy sexuales. pero también de una profunda espiritualidad. La relación quizás tomaría un tinte diferente tenían esa sensación de conocerse de otra vida era cada vez más fuerte. La pasión entre ellos era magnética, ardían al tocarse, pero también percibían un gran consuelo con tan solo escuchar la voz del otro. El arquitecto había borrado la huella del incidente desagradable del ex-novio se sentía protegida, le brindaba esa sensación calma en plena tormenta.

Desayuno a la habitación, huevos, waffles, tocino, jugo de naranja y café, todavía era temprano, tenían tiempo de disfrutar de ese cómodo y elegante espacio. Varias tazas de café conversando un poco de todo, cosas de su infancia que les marcaron, el primer amor, la universidad. Sus proyectos, sus más secretos deseos, aquellas acciones insoportables.

Ella acabó por platicarle que el imprudente de su ex, olía a alcohol , era claro que había bebido en exceso. Ella se enteró que apenas una semana atrás la madre de él (una señora encantadora con quien se llevaba bien). Falleció a causa de una grave enfermedad, aunque no hizo nada por contactarle, entonces sin pensar se apareció de esa forma insensata. Seguramente vendería la casa que era de la mamá, como le informó a su amiga en la policía, lo mantendrían vigilado.

El arquitecto acordó con su amada que ese mismo día instalaría las cámaras se seguridad, solamente requería comprar más cable. Después de decir eso ella se levantó para sentarse en sus piernas, frente a frente. Besos suaves, rozando labios, aumentando de intensidad, sentir la seda del pequeño camisón provocó dejara caer los listones de los hombros. Descubriendo esos voluptuosos atributos por los cuales había desarrollado una adicción, esas hábiles manos y lengua la estremecían.

Ella balanceba la cadera frotando su diminuto encaje con el pantalón del varonil pijama, despertaba su virilidad ardiente, le mordió el labio inferior. Se levantó, soltando el cabello dejó caer la seda y el encaje, lo agarró de la ropa, desabotonó la parte superior, soltó el resorte. Quedó totalmente desnudo ella le miró con agrado era claro que estaba listo para dejarse seducir, de la mano lo llevó a la amplia ducha. Abrió la llave, él la rodeó por detrás, aferrado a sus bondades, una mano arriba y la otra abajo. La forma en la que cantaba lo encnedía más, después ella se giró para hacer que se sentara sobre la banca cubierta de azulejos. Ella acarició y besó con fervor ese lugar del que estaba prendada, él metía los dedos alborotando su pelo azabache. De pronto, de pie ambos debajo del agua caliente, se besan, ella levanta la pierna derecha anclada en la masculina cadera. Él la sujeta para hacerle sentir todo su amor, luego la gira contra la pared, aferrados, vaivén, golpeteo, entrega total, cantando bajo la cascada.

Abrazados, entre besos y sonrisas, se enjabonaron, después las burbujas enjuagaron. envueltos en sus batas, se dispusieron a vestirse. Guardaron sus pertenencias, era hora de trabajar, aunque la elegante suite invitaba a quedarse acurrucados más tiempo. ese lujoso hotel sería un éxito. Al entrar al elevador se sonrieron, fue un momento sexy el que tuvieron ahí. Tomados de la mano fueron a la recepción, entregaron la llave, él firmó la cuenta, agregando una calificación de excelencia, generosa propina.

Se subieron a la moto, sin la complicación del hermoso vestido, puntual le dejó en la librería, esperó a que abriera, él regresaba pronto. Así lo hizo, con las cámaras, cables y toda su herramienta, ella había preparado el café, colocó galletas, azúcar, servilletas y unas tazas con corazones rosas y lilas. Los diez libros solicitados, ambientó con flores a los tonos, armonizaban con la portada de pasta dura, un diseño muy femenino, música romántica en italiano. Un grupo de mujeres iniciaba su club de lectura, lo cual gracias a la sugerencia de la dueña de la cafetería. (Ambas disfrutaban promocionando el gusto por la lectura.) Todos los bocadillos, dulces o salados que les servía eran de ahí, además del café y las tisanas, se ayudaban mutuamente.

En la librería todo marchaba en orden, las señoras en su reunión encantadas con la ambientación hasta con velas colocadas como describía la novela. El arquitecto trepado en la escalera termianado de unir cables para las cámaras, los cuales quedarían ocultos. Desde esa altura logró percibir donde era fácil esconderse, necesitaría mover un librero para mayor visbilidad. Cuando la bibliotecaria presentó al arquitecto, él dejó en claro que era el novio de la interesante mujer de los libros. Quien se sonrojó cuando frente a todas la besó sutilmente en los labios. Entraron algunos clientes, les mostró lo que buscaban, llegó un proveedor a llevar un catálogo. Se sentó frente a la computadora, de pronto, sintió el estómado revuelto, (algo poco comun en ella) salió corriendo al baño, él se dio cuenta. Fue a ver si se encontraba bien, salió más pálida de lo normal, le piedió que se sentara, un paño frío en la frente. Sirvió hielos (los cuales rompió en trozos) colocó algunos en un vaso, le daba en la boca, necesitaba enfriar el estómago, las naúseas se disiparon. Ella mencionó que seguramente había comido mucho tocino en la mañana. Le preparó una manzanilla fría, para que la bebiera despacio. Imprimió un beso en la frente, se sentía mucho mejor, regresó a trabajar. Comería un plato de frutas , en la noche tenían la fiesta. Las cámaras podía revisarlas desde la computadora y del celular, además añadió unos sensores de luz. De esa forma estarían más tranquilos.

En la cafertería trabajaban sin parar en la cocina, canapés, croquetas de jamón serrano, bocados de queso Pequeñas salchichas cubiertas de tocino con salsa de tamarndo dulce y picante. Hojaldre relleno de chuleta con piña, pepinos con surimi, adempas de pequeños pastelillos de chocolate, vainilla, arándanos, café, vino, agua mienral. Con el lugar renovado, tendrían la fiesta de corazones y antifaces en la noche. Lo cual significaba que todo debían esar ambos elementos, ella compró antifaces negros una corbata lisa con un corazón abstracto, discreto. Y él le compró un colgante de corazón grande. Cada uno continuó con sus actividades, la mayoría de los habitantes del pueblo asistiría a la celebración.

El cartero llegó con la correspondencia a la librería un poco acalorado, le ofreció agua, llevaba muchos años en el servicio postal. Siempre con la sonrsa en los labios, le dejó sobre el mostrador muchos sobres, entre ellos había uno de papel manila tamaño oficio. (El gentil hombre se va con dos botellas de agua y chocolate de obsequio) Ella comenza a abrir sobres, pagos, entre otras cosas, le enviaron la ensalada de frutas con queso cottage que ordenó. Colocó los paquetes a un lado, Bebió un gran sorbo de limonada, poco a poco la frescura dulce le hizo sentir mucho mejor. Buscó en la computadora algunos lugares que visitar habían conversado sobre el viaje que deseaban hacer a París, entre otras ciudades de Italia. Ambos conocían parte del mundo, pero ir juntos sería redescubrir esos hermosos rincones del mundo, solteros, libres, debían aprovechar.

A la casa móvil también llegó la correspondencia, algunos sobres y un paquete, como estaba haciendo los últimos cortes a una pieza de madera. Los dejó sobre la mesa, ofreció una soda de limón y manzana al amable señor. Terminó la pieza comió un emparedado de atún y salió rumbo a la cafetería para entregar la base, un imprevisto surgió, era para los pasteles. Después de regreso para bañarse y arreglarse, llamó a su amada para preguntar si se sentía mejor. Cerraría antes para sorprenderle.

Llegó por su amada, un traje negro de pantalón y blusa atada al cuello el cabello recogido, el corazón granate en el cuello contrastando las prendas negras. Se veía muy sensual opinó su amado, quien vestía de coordinado con ella pero la camisa blanca la corbata negra con rojo. Peinado hacia atrás, esa barba cuidada enmarcando los irresistibles labios, tenía ganas de bailar con él entre las sábanas, en realidad ambos. De la mano llegaron a la cafetería se colocaron los antifaces, les sentaban bien.

La morena de rizos y su prometido también coordinados, les saludaron, apenas regresaban de viaje, ella parecía más tranquila. La dueña de la cafetería los sorprendió con las luces, música, la comida, flores, velas. Una torre de pasteles que parecían bajados del cielo. A media celebración, cuando bailaban, el novio de la pastelera se puso de rodillas para pedirle matrimonio, aceptó encantada. Botellas con burbujas circulaban, cada quien con una copa en mano brindaban por el amor. Continuaban bailando, girando sobre la pista, acalorados van a buscar agua. La bibliotecaria tenía mucha hambre, las croquetas de jamón serrano estaban deliciosas.Le ofrecen el bocado con tocino, se le antoja lo come, de nuevo las naúseas, sale corriendo al cuarto de baño. El arquitecto va tras ella, sale muy pálida, la sienta, moja el pañuelo para refrescar la frente, el cuello, se pronto, se desvanece, la carga. Grita por ayuda, la recuesta en un sillón. El doctor había sido invitado, la revisa, la presión baja, recomienda realizar análisis. Vuelve en si, necesitaba reposar e hidratarse. se despiden la lleva al apartamento, cuidaría de ella…

Sentada en un cojín redondo, desclaza, con una taza de café con toque de leche. Velas encendidas por la salud del planeta y la paz en el mundo, a favor del amor totalmente, una vida tranquila para todos. El horno no ha cesado de trabajar, desde diminutas tartas de jamón y queso, champiñones rellenos de chorizo, tomates rellenos de atún con parmesano. Hasta algunas galletas de canela, vainilla, chocolate, todo junto al cómo do sofá, sobre la mesa, entre flores. Bebidas también. La mezcla de aromas me parece que abre el apetito. Mientras escucho a Mina & Adriano Celentano -Specchi Riflessi- muy talentosos, voz, ritmo. Agradezco así tu grata presencia al blog.

Respira profundo. Inhala ternura y exhala amor…

Fotografías de Elvira González.

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Continuará…