Por: Elvira González.
Eso crujientes rollos de carne sumergidos en un baño de salsa de tomates verdes, crema y queso, resultaron ser toda una experiencia. Ese metabolismo acelerado, envidiable, heredado de su abuela, el cual le permitía comer todo lo que quisiera sin subir un gramo. Aunado a que disfrutaba hacer caminatas, su apasionada relación con el sexy hombre ayudaba a quemar muchas calorías, intercambio intenso labios ardiendo. Largas charlas profundas y superficiales, la cantidad de carcajadas que se provocaban en forma mutua, esa sensación de complicidad.
Con la segunda taza de café, él confeso estar muy enamorado, ella acarició la barba, (la cual le encantaba) suspiró, le mirándole a los ojos. Le acomodó el cabello, entonces le dejó saber que ella también, recobró el aliento, por un instante pensó que no era correspondido. Ella se contuvo estubo a nada de decirle «te amo», pero por experiencia prefería que se lo declararan primero. Roce de labios suave, rico, un poco de danza de lenguas, él besó el dorso de su mano, necesitaban bañarse, ambos con ganas de estar piel con piel. Pero el reloj no atrasaría sus manecillas, el deber les llamaba, pero seguramente en la noche se desquitaban.
Ambos por naturaleza eran muy sexuales, la química entre ellos era muy fuerte, sabían perfectamente como satisfacer al otro. En que punto estimulaban para hacer estallar de pasión a su amor, además de estar tan enamorados. En poco tiempo se conocían más que algunas parejas después de años juntos. Coincidían en esas pequeñas cosas que les molestaban así que en la mayoría de los casos era fácil ponerse en los zapatos del otro. Lo cual resultaba refrescante. Areglaron la cama, primero se duchó ella, después él. Adoraba ir a dejar a su novia al trabajo. También le encantaba eso, abrazada a él en la moto, ese beso de despedida la llenaba de energía. Esa mañana no fue la excepción.
Apenas abrió la librería sonó el teléfono, era su asistente una señora muy amable quien colaboraba con ella, más tempo fuera llevando papeles. Algunas muestras o resolviendo lo que ella necesitaba, acababa de regresar de viaje, traía nuevas publicaciones enviadas por proveedores. Debía ir a recoger unos separadores de libros muy bonitos que mandó a hacer con una frase promoviendo la lectura. Al cerrar el libro colgaría el listón en el cual estaba impreso el logo, eran de un material durable. La idea surgió pues tenía todavía uno regalo de su querida abuela, quien le escribió hermosas palabras en el. Era una enamorada de los libros y del maravilloso lugar que entre la cálida madera albergaba sus tesoros.
Había preparado café, la tetera también. colocó galletas rellenas de chocolate en una cesta. Esperaba a un grupo de señoras quienes tenían su club de lectura, (ya les conocía), además de interesantes eran divertidas. Pero hasta que llegaran todo indicaba que tendría una mañana tranquila.
Acomodaba la parte trasera del librero que tenía justo en el área del mostrador, así al recibir lo nuevo quedaría a la vista, facilitando las ventas. Solía además jugar con los colores de las portadas, tenía una loca idea para su única vitrina, un marco de madera. El cual podría cubir de esferas en época navideña, flores, dulces, o corazones como lo haría esta vez. Su amado arquitecto trabajaba en ello, quizás la visitaría más tarde para rectificar las medidas. (Estaba tan concentraba) Los zapatos de diseñador italiano accesan al lugar, caminando sigilosamente. Quien los portaba parecía haber observado que estaba sola. Era el momento perfecto, nadie más en la librería, además se encontraba de espaldas a la puerta. Podría hacer eso que tanto tiempo llevaba pensando, tal como en su imaginación lo visualizó. Se escuchaba música de saxofón, olía a café, flores sobre el mostrador, un recipiente de cristal con chocolates. Detalles que indicaban un buen estado e ánimo, de pronto, se caen dos libros, ella se agacha para levantarlos. Al tiempo, dos autos lujosos llegan ese sonido de las puertas, cada chófer se baja a abrir, el grupo de señoras adelató la hora de la cita. Llevaban un hermoso ramos de flores para agradecer tantas atenciones. Reacciona va hacia la puerta, se para junto a un librero, ingresan hablando entre ellas, no se percatan de su presencia, entonces sale con toda tranquilidad. Mezclándose con quienes transitaban por la calle.
Las alegre damas se acercan, la bibliotecaria muy arreglada usando el collar de perlas que le obsequió su amado, Saluda de abrazo a cada una, recibe el hermoso ramo, lo pone sobre el mostrador. Las lleva a la sala, sobre la mesa había galletas, pequeños bizcochos, el servicio de té y café. El ambiente cálido con su sello personal les encantaba, sirvió las tazas, fue por la cesta rectangular donde tenía los libros. Una a una tomaron el empastado de cubierta dura en tonos malva, una belleza de portada. Les recuerda sentirse en casa, cambió la música por algo en francés que armonizaba aún más con el tema de la novela.
Llega su asistente, una maleta con ruedas, además de una bolsa de papel con asas, en el interior los separadores de libros. Se los muestra, el diseño era exactemante lo que buscaba, le obsequría a todo el club de lectura. Las horas pasaron casi sin sentir, terminaron por pedir bocadillos y ensaladas a la cafetería para comer, estaban tan contentas.
El arquitecto terminó el marco, llamó a su amada para darle la noticia, pero el barníz necesitaba secar bien, llegaría antes del cierre por ella. Mencionó tener una cita en el hotel que estaban termianado de construir, el nuevo novio de la dueña de la cafetería era el propietario. Sabía lo creativo que era, algunos detalles quedaron mal, necesitaban corregirse. Significaba un reto al ingenio, lo cual resultaba muy interesante, tardaría más de lo previsto, solía ser muy puntual, eso hablaba del respeto que le tenía. Sonrió al escuchar su voz, le habá enviado una ensalada con carne para comer. Siempre la procuraba, ese tipo de detalles le provocaban enamorarse cada día más, pensó sorprenderle en la noche. Las señoras se fueron faltando una hora para el cierre, con sus separadores de libros y chocolates. Excelentes ventas del día, su asistente salió poco tiempo después que las clientas. Estaba guardando las tazas, el azúcar, cucharas. Cuando el calzado de diseñador italiano accedió nuevamente al lugar.
Salió de la pequeña cocina, en la mesa que estaba fuera tenía una pila de libros para colocar en el librero del área del mostrador. Era bastante ordenada, prefería que todo quedara recogido, faltaba poco para terminar. Había recogido su cabello, rociado perfume, retocó el labial, desabotonó la blusa, lucpia sensual. Pues esperaba la llegada de su amado, pensando en sentir sus manos. Mientras estaba subida en una pequeña escalera colocando en los estantes, bajó tres escalones. Cuando por detrás de ella unas manos varoniles la prensan, rozando sus atributos y la parte baja de su abdomen. Gritó asustada, intentó zafarse, un hombre muy alto, fuerte, la bajó de la escalera, no le soltaba. Contra el librero la tenía sujeta con mucha fuerza, manoseaba sus voluptuosas bondades. Ella advirtió que esperaba a alguien. Entonces el hombre le recordó que sabía lo ardiente que era,al tiempo que metía sobaba sus muslos, usaba una máscara. De pronto ella le reconoció, gritó que la soltara. Llegó el arquitecto, al percatarse que la puerta estaba abierta, las luces encendidas entró, al ver lo que sucedía. Tomó una pieza de madera amenazando al agresor…
Sentada en un tapete, descalza, con una taza de infusión de aromática manzanilla. Velas encendidas a favor de un mundo y un planeta sano, en paz, con buenas condiciones para todos. El cómodo sofá, frente a una cálida chimenea, en la mesa un pastel de queso con nuez y chispas de chocolate, servicio de café y té. Huele a caramelo derretido para el adorno del postre. Mientras escucho a – Hajna & Mina Shankha -Almanecer EP- (Live Session)- Una hermosa voz y propuesta diferente. Agradezco tu especial presencia al blog.
Respira profundo. Inhala amor y exhala pasión…


















Fotografías de Elvira González.
Derechos reservados conforme a la ley/ Copyright
Continuará…
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