Por: Elvira González.
Bajo el manto estrellado se respiraba el romance, al amanecer el sol iluminaba los rostros que aún dormidos sonreían. Claro tras semejante despliegue de besos y estimulantes caricias, no había músculo sin relajación total, o rincón sin ardua dedicación. Expectativas sobre pasadas, fronteras cruzadas, satisfacción total. El sensual arquitecto sabía bien como derribar muros, abrir puertas, ajustar maquinaria, que pintar corazones. Hábil, versátil, creativo, carismático, caballeroso, lindo, además de simpático, coqueto por naturaleza. Una vez que se enamoraba resultaba ser leal, se convertía en hombre de una sola mujer.
Él despertó primero, la hermosa morena de cabellera ondulada dormía plácidamente boca abajo, con los hombros descubiertos. Su piel le provocaba besarle, recorriendo la espalda con caricias que seguramente le harían darse vuelta. Pero prometió llevarle el desayuno a la cama, se levantó, usando el pantalón de la pijama, una camiseta y el pelo recogido. Se lavó la cara, los dientes, un poco de loción, estaba listo para preparar algo delicioso, tenía mucha hambre, En la cocina, colocó dentro de un tazón huevos, batió, agregó canela, jengibre en polvo, leche remojó rebanadas de pan. Mientras hacía bailar mantequilla en la sartén, comenzó el desfile para dorar cada pieza, preparó el café. Se comió un plátano, disfrutar hacer girar el pan francés en el aire, sobre una charola redonda, puso un plato con una toronja cortada a la mitad. Vertió en el interior de una tetera de cerámica el café con un poco de leche, dos tazas. Decoró las tostadas con queso crema y arándanos formando un corazón. Servilletas, cubiertos, algunos pétalos, lucía genial y olía delicioso. Subió con cuidado de no derramar nada, se la encontró envuelta en una toalla con gotas de agua todavía, acababa de salir de la ducha.
Ambos sonrieron, ella derretida por ver que había preparado el desayuno, él encantado de ver su piel húmeda apenas cubierta. Ella se acercó le beso en los labios, el correspondió, con una mano colocó la bandeja sobre la cajonera, mientras la otra estaba aferrada a la prenda azul. La cual aventó a la cama, ninguno reclamó, sus bocas hacían danza de lenguas mientras caminaban directo a la cama. La sentó en la orilla, de rodillas ante ella recorrió su figura, sumergido en hacerle sentir los buenos días. Volaron sus prendas, la tomó de las rodillas, con ritmo cadencioso ambos se movían, se abrazaron, mencionando la fascinación que dio el saludarse.
Con el pantalón del pijama y ella con la playera, sentados devoraron las tostadas francesas, el detalle del corazón no pasó desadvertido. Bebían la segunda taza de café cuando tocan a la puerta, él menciona que no esperaba visitas. Al abrir se sorprende la mujer de la cafetería con una cesta de bienvenida, un kilo de café recién molido, una lata de galletas. Bizcocho de limón glaseado, chocolate para derretir, mermelada de arándanos y chabacano. Ella era muy atractiva un poco mayor que él, vestía una blusa con amplio escote. Falda larga de una tela ligera, del bolso sacó la tarjeta con sus datos personales. Como le quedaba cerca le proporcionaría servicio a domicilio. Llevaba los planos de su pastelería, necesitaba hacer una ampliación. Esperaba escuchar sus ideas, él sonriendo agradeció el amable ofrecimiento. Revisaría los planos con calma y le llamaría para hacer una cita, se despidieron. Era inevitable percatarse de ese coqueteo mutuo, cabellera cobriza, segura de si misma, voluptuosa, pensó lo bien que se veía. Sin embargo no tenía intención de hacer nada más que verle como una clienta.
Pero la atractiva morena quien observaba se puso muy celosa, conocía a la dueña de la cafetería y pastelería, tenía muchos pretendientes. Respiró profundo, debía controlar eso que sintió, tan solo habían tenido una cita, la noche juntos, no estaban en una relación. Disimuló, arreglaba la cama cuando él desde abajo le mostraba el detalle, colocó los planos en su mesa de trabajo. Se encontraron en la escalera, él dispuesto a subir, ella bajaba vistiendo su ropa, debía ir a cambiarse a su casa. Y a verificar que su empleado recibiera la mercancía de la tienda. Rodeó su cintura la besó, entendía que debía atender su negocio, le entregó las rosas, preguntó si podían cenar juntos. Acordaron hablar más tarde.
De nuevo el timbre, al abrir, era la dueña de la librería, el día anterior pasó por ahí y se quitó el casco antes de entrar, preguntó por un libro. Curiosamente ya se lo había conseguido, llevaba los planos para que le calculara las medidas de los nuevos libreros que necesitaba. Larga cabellera negra lacia, tez clara, labios rojos, gafas, blusa cerrada hasta arriba, pero transparente, pantalones muy pegados. Mientras hablaban ella jugaba con el pelo lo movía de lado, se quitaba los lentes, chupaba uno de los brazos, muy coqueta. Él se percató de lo guapa e interesante, pero sin otro interés que el de arreglar un inmueble antiguo.
La morena de los rulos, presenció la forma que la mujer de la librería se le insinuaba, más celosa aún, recién llegado al pueblo tan atractivo. Había tenido la mejor noche de su vida, un hombre fascinante y tan sexy, resultaba magnético. Le plantó un beso en los labios, subió a su camioneta, él la observaba irse. Se mordió el labio inferior recordando lo bien que la pasaron, era hermosa, divertida. Le pareció que se había inquietado con las dos visitas que recibió, apenas se conocían, esperaba que no resultara ser posesiva. Su ex-novia era muy celosa, pero al final ella le había engañado con quien decía ser su mejor amigo y en su cama.
Revisó los planos de la cafetería y de la librería, era algo sencillo, vistiendo mezclilla deslavada, camisa azul cielo y chamarra de cuero, loción. Subió a la moto fue a la librería, había trazado unos bosquejos, necesitaba tomar medidas de los libreros. Mientras medía, la dueña se acercaba a él, observaba con que pasión hacía su trabajo, el pelo alborotado, el lápiz en la boca. Se quitó la prenda de cuero negra, ella lo miraba embobada, se desabotonó un poco la blusa. De pronto, ya había terminado se acercó al mostrador, ella se inclinó hacia él, recargada sobre la madera. Mostraba parte del encaje debajo, mientras el brazo de las gafas entraba y salía de su boca. Él pasó saliva, que mujer tan ardiente, le daban ganas de quitarle la ropa, sentarla sobre el mueble y hacerle sentir muchas cosas. Se comportó caballeroso quedó en llamar para darle el presupuesto.
Ella recibía mercancía en la parte de atrás de la tienda y lo observó salir de la librería, la mujer le tocaba el brazo y le besó en la mejilla. Eso no le había gustado nada, se imaginó que se dirigía a la cafetería, necesitaba saber si se dejaría seducir por otras. Continuó trabajando.
Al llegar a la cafetería, extendió los planos sobre una mesa ella los veía, de pie frente a él comenzó a recorrer con la mano las líneas. Señalaba de un extremo al otro agachada sobre la madera, acercaba y alejaba, la mirada de él se incrustada en sus voluptuosos atributos. Fueron al área donde se realizaría la ampliación, movían algunas mesas, entre risas. Al terminar, le ofreció un café para que probara el pan de canela que salía del horno. Otra mujer atractiva que sabía bien como hacer volar la mente de un hombre. El arquitecto parecía embrujar a las damas en ese pueblo.
Pensó en la hermosa morena, había preparado una sopa y carne con ensalada antes de salir de sus casa para que cenaran juntos. Le llamó deseando verle esa noche pero después de varios intentos no respondía. Había pasado por ahí sin que él se percatara, observó el coqueteo, la mujer le tocaba el brazo. Se sintió tan insegura, no quiso contestar. Trataba de concentrarse en las facturas de la tienda cuando…
Sentada en la pelota de pilates, descalza, una taza de capuchino espumoso con toque de vainilla. Velas encendidas a favor de la paz y la armonía del mundo entero. El cómodo sofá frente a la barra de la cocina, servicio de café e infusiones, pastel de chocolate a unto de salir del horno, huele delicioso. Mientras escucho a IZA – I Put a Spell On You una voz impresionante. Agradezco tu grata visita al blog.
Respira calma. Inhala amor y exhala vida…



















Fotografías de Elvira González.
Derechos reservados conforme a la ley/ Copyright
Continuará…
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