Por: Elvira González.
Vivía en el interior de una casa rodante, mezclilla, camisa blanca, cuero negro, ojos verdes, labios carnosos, su provocativa musculatura. La altura, el cabello castaño, hasta el cuello, barba de candado, ese ligero tono moreno, ese aire desenfadado. Resultaba irresistible, soltero, disfrutaba de su libertad nuevamente, además el cambio de una gran ciudad a un acogedor pueblo. Le daba otra visión de la vida, anhelaba comenzar de nuevo, sin conocer a nadie, acababa de mudarse.
Era un prestigiado arquitecto, tenía una fortuna, había viajado por todo el mundo, se había comprometido con una modelo. A quien encontró en su propia cama desnuda con su mejor amigo. Terminó el compromiso, vendió el lujoso apartamento. Había diseñado una casa dentro de la caja de camión,aprovechando cada espacio, un trabajo excepcional de diseño. Aunque en un principio no lo hizo para habitarla, amuebló, decoró adaptó todo a sus necesidades, lo cual imprimió tal pasión hasta el último detalle.
La puerta centrada a la fachada, permitía ver las vetas, armonizaba con las tiras horizontales del acabado final cubriendo todo. Las ventanas colocadas promoviendo la luz, creando un efecto de amplitud. Los colores claros en las paredes del interior, una paleta que mezclaba desde beige, varios tonos de azul. Algún acento en bermellón, como parte de los cojines, plantas, fotografías de atardeceres, accesorios plateados.
Compró un terreno en el pueblo, al colocar la casa cuidó que los árboles frutales no taparan la luz. Colocó macetas en un porche a los lados de la entrada. Instaló unas farolas, sillas y una mesa, muy acogedor. Cuando terminó fue al centro del pueblo en su motocicleta. Disfrutaba cocinar, aunque en la ciudad tenía quien lo hiciera por él. Decidido a ser independiente en todos aspectos.
Llego a la tienda se estacionó afuera, al entrar todas las mujeres que estaban ahí voltearon a verle, al quitarse el casco, el cabello despeinado. Le hacía lucir muy sexy, solía sonreír con facilidad y saludó al entrar, comenzó a llenar la cesta. Eligió también una botella de vino que le recomendó la atractiva encargada. Quien mientras se soltaba el cabello y bajaba un poco el cierre de la blusa le invitaba a cenar para darle la bienvenida. Se miraron a los ojos, después a los labios, ese coqueteo fue realmente provocador, sin dudar aceptó. Pero él mencionó que prefería invitarle a su casa, le encantaría cocinar para ella, ofreció llevarle el postre. Acordaron la hora, se besaron en la mejilla.
Pasó a comprar unas rosas rojas, velas, prepararía una pasta, ensalada con el vino. Pensaba en el postre quizás serían unos dulces besos, ella era ardiente, de verdad le había gustado. Rápidamente, los comentarios sobre el nuevo vecino quien hacía suspirar, atractivo,fuerte, coqueto. Parecía que no le faltarían invitaciones, de las amables mujeres.
Preparó pasta con una deliciosa salsa, ensalada, la mesa con flores además de pétalos, velas, música de saxofón. Puntual el timbre, al abrir la despampanante morena, una falda larga amplia, un tejido de punto con botones al frente. Se besaron en la mejilla cerca de los labios, ambos se miraron provocando, percibieron el aroma del perfume y loción. Él se había recogido el cabello, lo cual acentuaba sus facciones. Esos labios que deseaba morder ella desde el momento que le vio. Estaba fascinada con la casa, con la copa de vino en mano, le mostró todo, los cajones secretos debajo de la escalera, hermosas maderas. La habitación se encontraba arriba, ella quería conocerla después del postre. Helado con frutos rojos.
Sentados a la mesa conversaban entre bocado y bocado delicioso. La tienda donde se conocieron era de ella, su padre se la heredó, ese lugar le encantaba, quería mejorar la estética del establecimiento. Cuando escuchó que era arquitecto le pidió le hiciera un proyecto. Al probar el pastel helado, se ensucia justo el escote y los botones, él humedece un paño para limpiarle. Al quitarle un pedazo de mora, se chupa el dedo, ella lo mira le quita el paño, se muerde el labio inferior. Sin pensar más él comienza a limpiar con su lengua, ella aprieta su varonil muslo. Mientras se comen a besos, él desabotona el suave tejido, los tirantes del encaje descienden por los hombros. Ella abre su camisa, acaricia el abdomen era claro que siempre se había ejercitado. Las manos de él inquietas debajo de la falda, las de ella quitaron el cinturón. Las caricias incitaban, la temperatura se elevaba, las prendas dejaron camino. Apenas subieron la escalera la cama los acogió, besaron y acariciaron cada centímetro.
Acostados piel con piel, él boca arriba, ella recargada boca abajo la cabeza sobre sus pectorales, se acariciaban. Tenían antojo del pastel helado y más vino, ella deseaba cubrirse, él le pidió no lo hiciera, sus curvas eran perfectas para él. Un cuerpo hermoso y natural, podría enamorarse, ella se sintió muy halagada, sexy. Le pidió esperara un momento, bajó sirvió una porción, sacó la crema batida, copa de vino. Se puso la camisa de él atada a la cintura, solamente eso. Frente a él chupó la cuchara, se embarró un poco los atributos, la parte interna del muslo. De pie junto a él sentado, quien tuvo que limpiarle de nuevo, subió una pierna a la cama eso le había encantado. Después lo tumbó en la cama, traviesa con la cuchara comenzó a trazar un camino del dulce hasta la entre pierna. Su hábil lengua se deleitaba, él se estremecía, lo tenía loco. Parecía haber leído su mente, sensual, apasionada, directa, divertida, calurosa bienvenida daba.
Un poco pegajosos, le propuso tomar una ducha juntos, deseaba enjabonar sus curvas, la abrazó por detrás para llenarla de burbujas. Después ella le ayudó, debían aprovechar el espacio de la bañera, muy cerca uno del otro, el deseo ardió de nuevo, de pie, agitados. Al salir envueltos en toallas azules, ella se percató de la hora, se iría a su casa. Argumentando que no quería pasar su primera noche solo, prometió llevarle el desayuno a la cama. Le miró arqueando la ceja, era la tentación encarnada, irresistiblemente viril. Poco sabían uno del otro, pero esa atracción tan fuerte, significaba algo. Ambos solos, podrían compartir sus pasiones, disfrutarse mutuamente por el tiempo que durara.
Se quedó a dormir con el apuesto arquitecto, encantada con la casa móvil y esos acogedores rincones, durmieron tan relajados. A la mañana siguiente un paquete estaba por llegar, quizás cambiaría las cosas…
Sentada en cojín de meditación, descalza, una taza de tisana de frutos rojos, jengibre, guayabas, naranjas,endulzado con miel. Velas encendidas a favor de la paz, salud, por un mundo en armonía para todos. El cómodo sofá frente a la barra de la cocina abierta, huele a pastel de manzanas y almendras, café e infusiones. Mientras escucho Amiga Da Minha Mulher – Seu Jorge cover by Serge Nikol & Etric Lyons Live- excelente opción. Agradezco tu gentil presencia al blog.
Respira calma. Inhala ilusión y exhala imaginación…



















Fotografías de Elvira González.
Derechos reservados conforme a la ley/ Copyright
Continuará…
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