Por: Elvira González.
Tejiendo enredos, parchando agujeros, abriendo otros, consiguiendo dañarse…
Nathan llevaba tiempo moviendo dinero de la zapatera a otra cuenta bancaria lo disfrazaba con facturas de supuestas compras de insumos, entre otras cosas. Ahora con Rocco revisando los papeles, quien era brillante además de ser auditor. Estaba en problemas si descubría sus trucos. Estudiaba las opciones para huir antes de fuese demasiado tarde. Planeaba internar a Tanner en una clínica mental considerada de alta seguridad, en otro país, estaba cansado de tener reportes de los problemas que ocasionaba. Solía tomarse medicamentos de otros pacientes, o canjear pastillas con los compañeros le hacía creer que era píldoras mágicas, una cura instantánea. Su cerebro era una alquimia de inteligencia y locura, salpicado de maldad con contrastes de amor en algunos momentos. Con frecuencia seducía a alguna joven cuidadora, para manosearla y darse placer, era ardiente. Su sexy, atractivo y viril físico nunca pasaba desapercibido. Esta vez no tenía armas para su defensa. Desde que eran niños ya presentaba trastornos, su padre trataba de corregirlo a golpes. Les tocó escuchar muchas veces a su madre suplicando que no la golpeara, o pedirle que no la manoseara o lo hiciera sin violencia. Mientras ellos veían las siluetas, los hechos eran claros, la trataba como a un objeto, abusaba de ella en varias formas. Eran muy jóvenes cuando los padres murieron, en aquel incendio de la casa. En esos días él vivía en otra ciudad, trabajaba y estudiaba decidido a tener un patrimonio. Quería formar una familia, para no repetir lo que vivió. Antes de trabajar en la fábrica de zapatos, estuvo casado por poco tiempo, su esposa falleció repentinamente. Al ver la oferta laboral se postuló, era perfecto cambiar de ciudad y mudar a su hermano de clínica también.
La detective Harmony llegando a casa de Vívian, mientras buscaba donde estacionarse ve que abraza a un hombre. Quien la besa y después se sube a una motocicleta se coloca un casco y se va, tenía una aire a Nathan. Cuando maniobra para estacionarse, Vívian se percata que es Harmony, va y retira un contenedor grande. Al bajarse le agradece, ella comenta el camión de la basura no tardaba en llegar, afuera de cada casa estaban formados todos de color verde. Un vecindario organizado, aprovechó para sacar la correspondencia del buzón. Se saludaron con gusto, cierta afinidad se sentía, le invitó a pasar.
Dentro de la casa, fueron directamente a la cocina la mesa lista tenía una vista agradable, la detective mencionó lo amable que era con ella. Eso no siempre ocurría la mayoría se sentían intimidados al saber que analizaba cada palabra, estaban por lo general a la defensiva. Vívian preguntó si deseaba té o café, para comenzar sería una taza de aromático, dos de azúcar, un toque de leche. Tostadas con mermeladas una combinación muy amigable. Sin pensar en cuanto se sentó, mientras movía la cucharilla mucho más de lo necesario. Comenzó platicando que ella conoció a Nathan y a Tanner desde muy joven, eran del mismo pueblo. Ella estaba muy enamorada de Nathan, era flaca y plana, algo nada atractivo para el galán, al que le llovían las chicas voluptuosas. Una noche observaba a Nathan, necesitaba saber cómo lo seducían, escondida tras la camioneta estacionada fuera. Tanner la sorprendió amenazándole le diría a Nathan y a todo el pueblo. Entonces, en el interior la camioneta, ella solo accedió a algunas caricias y besos, el cerrojo puesto. La despojó de toda la ropa, manoseando a su antojo, la sujetó para romper su intimidad, su primera vez agresivamente contra su voluntad. Repitió la dosis, la puso de rodillas boca abajo, con un encendedor calentó el anillo de sello que usaba en el meñique, para marcarla. Repetidamente le decía que era suya tardó en dejarle ir. Nunca tuvo el valor de denunciar. Rompe en llanto, por primera vez desde hacía mucho tiempo, se desahoga. Harmony, le dice que se tranquilice, le cuenta el ataque que ella sufrió. Después de limpiarse el rostro, respira hondo, entonces continúa decidida a sacar todo. En varias ocasiones, le mencionaba las ganas que tenía de hacer un fogata y quemar su casa, sobre todo a su padre quien maltrataba a su mamá. Arderían como malvaviscos quemados, solía decir Tanner.
Algunos sorbos de la infusión de manzanilla que prepararon, poco tiempo después sus padres se la llevaron a otra ciudad, tiempo después, entraría a la universidad. Donde conoció a Norton medio hermano de los gemelos, el padre de ellos tenía varias mujeres. La detective preguntó si acaso él había sido el que se despedía de ella cuando intentaba estacionarse. La respuesta era afirmativa, se parecía mucho físicamente a los gemelos, pero era un buen hombre, quizás coqueto. Le había llevado las rosas rojas que estaban en la sala, para llevarle el desayuno a la cama. Ella sabía que él le quería bien, tenían tiempo sin verse, acababa de llegar a trabajar en el salinero. Confesó que entre ambos deseaban vengarse, de hecho Nathan no la había reconocido, en aquellos años era invisible para él. También sabía que de alguna forma Nathan encubría las malas conductas de Tanner. Continuaron hablando por largo tiempo, otros detalles que conoció sin imaginarlo…
La detective le sugirió ya no tener relaciones íntimas con Nathan, podría ser peligroso, ella le mencionó su acercamiento era en parte por su plan. La noche anterior él la visitó como su amante, pero ella lo rechazó. Dando la excusa de que tenía una muy fuerte migraña, le agradeció las mermeladas, permitió que pasara unos minutos. Se ofreció a aflojar sus hombros para ayudar con el dolor, cuando manoseó sus atributos bruscamente le pidió se fuera. Acordó se encontrarían otro día, se veía muy enojado, no le agradó la idea de no darle lo que deseaba.
Rose va al doctor confirma su embarazo, solicitó permiso para asistir a la cita médica. Regresó a la zapatera a trabajar, el jefe preguntó si se encontraba bien, hablaron en privado en la oficina, ella le mencionó el resultado del análisis. Una felicitación muy discreta, le daría la sorpresa a Rocco en la noche, empezaba el fin de semana.
A la hora de la comida todos salieron juntos hacia la cafetería de Lulú, a quien encontraron en los brazos de Basilio, se daban un beso. Ambos se ruborizaron un poco, le acababa de regalar unos manteles nuevos para su negocio. Unieron las mesas para comer juntos. El menú, unas cestas comestibles rellenas de atún con cúrcuma, tomates y ensalada verde, postre capuchino con pastas dulces.
Horas antes, Borsetti había visitado a Basilio quien hizo unos cambios en la tienda, ahora tenía más productos que ofrecer. Acordaron que sería el fotógrafo de los zapatos, tenía buenas ideas para ambientar cada imagen. Después le dio a probar de quesos, paté, jamón serrano, vino. Además de algunas sugerencias para la cena en la terraza, compró muchas velas. Quería crear un ambiente cálido, relajante y romántico, tendría la luna llena para esa noche. Estaba tan emocionado, Leonard, Rocco, Tato, Hannibal y Filiberto le ayudarían con el arreglo de la terraza. Colgaría luces de una carpa que había comprado. Leonard lo había llevado al vivero por flores.
Salieron de trabajar Benedicto acordó de ir por Nubia a la hora acordada, necesitaba terminar de preparar la cena. Las chicas reunidas, Rose les dijo que serían tías, brindaban con infusión, abrazos de todas. Nubia a darse una ducha para usar un vestido lindo, estaba ilusionada con la invitación. Las demás dibujando zapatos, sonajas, cosas de bebé, para decorar un pastel que compraron a Lulú. Rose y Rocco cenarían juntos más tarde a solas, esperaba la noticia con agrado, no lo tenían planeado. En la estufa una dos ollas grandes, una con pasta y en la otra la salsa, los demás cenarían juntos, como solían hacerlo una vez a la semana.
Puntual tocó la puerta, Borsetti fue por Nubia con una rosa roja en la mano, ella radiante, un vestido color lila escote en «v» muy femenino, él con saco elegante. Al entrar al departamento, le pidió cerrara los ojos antes de salir a la terraza. Velas enmarcando el área, una carpa cubierta de series de luces, plantas, flores en las mesa y pétalos en el piso. Una pieza de jamón serrano, uvas verdes, quesos, paté, crujientes panes, vino, chocolates, todo colocado con detalle y buen gusto. Al ver lo que había organizado para ella, lo abrazó fuerte, estaba encantada, le plantó un beso en la mejilla con ternura. Benedicto correspondió, sus labios no sentían su piel desde aquel día, acarició su hermoso rostro. Le sirvió vino brindaron, un sorbo, él colocó un disco la invitó a bailar, entre vueltas, manos entrelazadas, risa tras risa. Se sentaron a cenar, rebanó el jamón lo combinaban con los quesos, de pronto se daban uvas en la boca. Untó una con queso de cabra, el labio inferior de ella se ensució, él con el pulgar se lo limpió, ella suspiró, él se chupó ese residuo de queso. Mientras se comían con los ojos, sus respiraciones agitándose, ambos miraban los labios del otro, sentados muy cerca. Pasaban saliva las rodillas se rozaban, los dedos inquietos se contenían, olían perfume y loción que provocaban una explosión. Él tomó la mano de su amada Nubia la besó, sacó una caja con un listón, se la entregó. Al abrir el estuche su rostro se iluminó, siempre había querido un…
Sentada en un cojín, descalza, con una taza de té negro con leche. Velas encendidas a favor de la paz y la salud para el mundo entero. El ambiente huele a cítricos, uno de mis aromas favoritos. Mientras escucho The Contours – Do You Love Me, algo movido para variar. Agradezco tu visita al blog. Ya sabes cómodo sofá, té o café, disfruta.
Respira calma. Inhala amor y exhala vida…
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Continuará…
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