#35 Sincronía…

Por: Elvira González.

Amor tan necesario como alimentos nutritivos, aunque algunas veces preferimos solo los que nos producen placer, quizás impactando negativamente en nuestra salud. Suele suceder por lo menos una vez en la vida, tropezar con una piedra, o montaña en el camino, lo importante es aprender la lección. Para no caminar entre rocas todo el tiempo, o quedar atrapado en las arenas movedizas. La pureza de un sentimiento tan fuerte, tiene la capacidad de transformar lo que toca a su paso, creando otra perspectiva. Aportando otras tonalidades más equilibradas, un lila, lavanda, malva, llamando espiritualidad. A su vez conteniendo la pasión del rojo con la apacible sensación del azul, la luminosidad del blanco.

Uno tras otro los acontecimientos en la vida de Elizabeth, provocaron brotar una cantidad considerable de gotas saladas, limpiando sus ojos verdes. Finalmente recuperaba su amor propio, contaba con el apoyo incondicional de su amiga Teófila, quien era como una hermana. Tuvo a bien pedirle a su novio, que le presentaran a Edduard, un hombre encantador que logró transformar su corazón. La química entre ellos sacó chispas desde el primer día. Ahora iniciaban una vida compartiendo la ilusión de su casa nueva. Él con su propia agencia de publicidad, ella emprendiendo con sus artísticas pinceladas. Mancuerna en la cual la creatividad fluiría con esplendor, matizando su convivencia diaria.

Sam y Teófila se encuentran a Elizabeth con Edduard, en la gasolinera cercana a la pequeña ciudad donde los esperaban con una sorpresa. Con diferencia de media hora, habían pasado por ahí Magdalena junto a Cipriano, quienes ya se encontraban bajando la mudanza. El tiempo pasa más rápido cuando se está ocupado, en un pestañeo, llegaron sus nuevos vecinos. Abrazos emotivos, antes de bajar lo de ellos, ayudaron a Magda y Cipriano, con los muebles en cada habitación. Las cajas con el orden correspondiente, la ropa en ganchos con fundas colgada. Fueron todos a la siguiente casa, la de Teo y Sam, procedieron exactamente de la misma forma. Ligeramente cansados, Edduard saca una hielera con bebidas refrescantes para compartir, además de una bolsa con unas frituras, calmaría el hambre. Bajaban un sillón pesado de la caja de remolque, entre los tres caballeros, cuando llega un coche que no conocían. Bill sale primero, le abre la puerta puerta a Aurora, saludos efusivos a todos, de inmediato les ayudaron, faltaban todas las cajas. Cinco minutos después, aparece la amplia camioneta del hotel boutique, eran Ian con Tanya, con gusto de verse, pero las manos trabajando. Les dan la noticia de que los esperaban Iker con Teresa con una sorpresa. Terminan las mudanzas, van rápido a refrescarse un poco.

Aurora y Bill en el coche, los demás juntos en la camioneta manejaba Ian con Tanya sentada a su lado. Llegan al hotel, los esperaban en la terraza, carne a las brasas, chorizos, rebanadas de crujiente tocino, cebollas caramelizadas, champiñones, pimientos asados, salsa con aguacate. Papas cocidas con un baño de mantequilla, tortillas de maíz, recién hechas, cubos de queso fresco. Jarras con agua de pepino, menta y limón, además de variedad de bebidas para escoger. Gran bienvenida recibieron, Emery apareció con su guitarra, la cual dejó a un lado. Brindaron por ser formar parte de su comunidad. Iker tomó de la mano a Teresa, les invitaron a su boda, algo sencillo, entre amigos, ahí mismo llevarían a cabo la ceremonia. En esa terraza donde se besaron por primera vez, bailando bajo las estrellas, entre la luz de las velas, rodeados de flores bellas. Disfrutaron del manjar, sellando con los dulces bocados de flan, elaborado por Tere. Una explosión del toque de vainilla, la exacta cantidad de caramelo, huevos batidos, leche. Tazas con aromático café circulaban por la mesa, risas, conversación interesante, abrazos fraternales.

De pronto, se escucha el sonido de la guitarra eléctrica, country rock, tocaba unos acordes, afinando, mientras Giorgia, llegaba de trabajar. Se integró inmediatamente, advirtiendo que había una canastas con latas, leche, frutas, vegetales, huevos. Un presente de bienvenida de parte de ella y Emery. El café junto con las galletas y bizcocho era de Teresa. Justo colocaban las cestas en una mesa lateral. Agradecieron, alzando las copas. Iker motivó a Eme, como le decían, a cantar algo, dejó a todos asombrados, buena voz, con mucho sentimiento. Comenzaron las parejas a bailar, Tanya sacó el violín eléctrico, obsequio de Ian, acompañó a Emery, no se imaginaba que estaba tocando junto a quien fue su director cuando estaba en la sinfónica. Con un cielo azul profundo con iluminación propia, farolas encendidas, música y buena compañía, la comida se transformó en cálida velada. Tablas con quesos, uvas, algunos cubos de chocolate cubiertos de glaseado sabor lavanda, agua mineral infusionada con fresas, jengibre y naranjas.

La acogedora cuidad, tenía un efecto encantador, esa noche cada pareja inundaría su casa con el perfume del amor, los suspiros alcanzarían a tocar las brillantes estrellas. Quizás una o dos solicitudes a la cigüeña podrían ser atendidas.

En otro lado del mundo, después de haber atendido los asuntos de trabajo hasta el medio día, fueron a comer al lugar de un amigo de él. Regresaron temprano a la lujosa hacienda. Brigitte disfrutaba de seducir a su hombre el señor «K», le lleva una bandeja con fresas y cerezas cubiertas de chocolate, vino blanco espumoso. Ella vestía pura gasa negra con cintas sujetas por femeninos lazos, la melena suelta, alborotada, le roza la boca con un fruto rojo. Quita el cacao oscuro con la lengua, muerde el carnoso labio inferior, eso lo vuelve loco. La toma de la cintura la sienta junto, desamarra un lazo, desliza el fruto del bosque cubierto, decorando un atributo. Su lengua baila limpiando el área, ella exhala, repite la operación, prendas oscuras vuelan, ambos comen una cereza, se besan con sabor dulce cacao amargo. Fusión de ambos piel con piel, entrega de amor bañada de pasión. Horas después, beben terminan las burbujas de la botella. Ella va a la cocina, sirve agua, en un vaso coloca un anti ácido, además saca un gotero de la bolsa de la bata. Deja caer cinco gotas incoloras, regresa a la habitación, se lo entrega, «para prevenir las agruras» con su voz dulce. Karlo obedece, cuando le habla así no puede resistir, vuelve a besar a su amado, le acaricia el pecho en círculos, acurrucada junto a él. Eso siempre lo hacía relajarse, cuando se queda profundamente dormido, ella se levanta. Sale minutos después, con el cabello recogido, un gorro, un abrigo encima, un bolso grande.

Se estaciona en un callejón detrás de un edificio alto, permanece unos minutos dentro de automóvil, con el asiento reclinado, los cristales oscuros.

Se escuchan pasos, se abre la puerta de personal, justo cambio de turno, médicos y enfermeras circulan. Paciente con quemaduras del cuarenta por ciento del cuerpo, delicado, pero estable. Enfermera con acceso restringido, sigue protocolo del turno, infiltra líquido directo no por suero. Sale caminando despacio, el poco personal de enfermería distraído con un vídeo, que mostraba un camillero.

Mildred llega a casa con Matthiew, después de su último turno en el hospital, se quita el uniforme de enfermera, después de unos días de descanso. Trabajará como asistente en un consultorio, solo medio día. Alcanza a su amado esposo en la ducha, el embarazo empieza a notarse más, se abrazan, él acaricia el vientre, le canta a su bebé. Conversa con él, menciona lo orgulloso que está de su mamá, pura ternura.

Brigitte amanece con una camiseta, abrazada de su amado señor «K», quien despierta con una fuerte resaca, la acaricia para despertarla, ella le sonríe. Se levanta, va por agua, le da dos analgésicos, coloca un paño frío en la frente, le besa la mejilla.

Sentada en un taburete de madera, descalza, con una taza de tisana de guayaba, naranja y jengibre, una vela por la paz, un mundo mejor. El sol se asoma desde temprano por la ventana, algunos pájaros cantan, la calidez se percibe. Mientras escucho a George Ezra – Shotgun, así te doy la bienvenida al blog, cómodo sofá, servicio de té con pastas esperan. Gracias por tu visita.

Respira profundo. Inhala tranquilidad y exhala paz…

Fotografía de Elvira González.

Fotografía de Elvira González.

Fotografía de Elvira González.

Fotografía de Elvira González.

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Continuará…