Por: Elvira González.
Verde como el pasto mojado, aterrizando tan cerca se percibe cada diminuta hoja, naturaleza, vida, amor, rojo tono pasión, corazón imperfecto, lleno o vacío, uno de sus componentes circula por las venas, recordando fluir, caminos, direcciones, decisiones, cambios, giros, oro, brillo, flama encendida, vela, llama iluminando, soplido, uno solo, extinguiendo la tenue chispa, razón, sin razón, destino, trazado, remarcado, un cojín borrador sin rastro dejó, negro, oscuridad busca luz.
Unas horas transcurrieron del terrible accidente, falla mecánica, indicó el piloto, aunque, se libraron de fusionarse con el verde del campo, los bomberos a un arduo trabajo, se enfrentaron, previniendo ardiera algo más entre la aeronave, algunos metros de pasto del terreno adjunto al viñedo, las investigaciones, no tardaron en llegar, encontrar culpables. Mientras tanto la tripulación, se recuperaba, esperando ser interrogada, Luigi, en el hospital, recibió la visita de su abogado, quien debía informarle de ciertas consecuencias, era el dueño del avión, ciertos daños a la tierra colindante con el viñedo, además de la afectación a la entrada del mismo, se podían complicar, sugería, cooperar con la investigación, lo más conveniente sería comprar ambos terrenos, Luigi le dio luz verde, estaba más preocupado por la salud de Sofía, solicitó al señor Marino, pedir el parte médico de su prometida. Lo primero, era hablar con el doctor a cargo del área donde se encontraba Sofía, en el preciso momento que el médico le explicaba sobre las condiciones delicadas de la paciente, sufre un paro respiratorio, entran en acción, ella ya tenía problemas de asma, entre otras afecciones, que guardaba silenciosamente, Marino va a informar a Luigi, tratando de amortiguar las noticias, se queda con él, en espera. El tiempo transcurrió como el eterno oleaje del mar, de pronto, aparece el médico a cargo, se quita los lentes, comienza por enumerar las afectaciones que ya presentaba la paciente, para concluir «lo siento mucho, hicimos todo lo posible», había fallecido, su Sofía, novia, ahora prometida, ya con él más no viviría, se le cayó el corazón al sótano, rompió en llanto, la mujer que amaba, sus planes, sus sueños, corazón fragmentado al caer el cristal, aunque fuese soplado por el mejor artesano, añicos. Marino se sentó junto a él, le abrazó, se conocían hace muchos años, era como un hermano mayor. Tiempo de trámites, lidiando con el dolor, una gentil enfermera fue a entregar todas las pertenencias de Sofía, incluyendo el bolso de piel color rojo, todo estaba intacto, al ver el móvil, lo encendió, funcionaba, le vino a la mente el pequeño Carlo, quien se encontraba muy tranquilo con su padre biológico Franco, localizó el número, pero no tenía el valor, ni las ganas, ni la fuerza para dar tal noticia, le pediría a Marino que lo hiciera, apagó y guardó el celular, se quedó acostado de lado abrazado al bolso, aferrado, la botella de perfume le sirvió para sentir su presencia, su esencia, las gotas de agua salada no dejaban de brotar, de sus ojos grandes ahora inundados de tristeza. La misma enfermera que le llevó las cosas, no dejaba de observarle, sintió pena, le preparó un té de manzanilla con tila, se lo dio, le pidió lo bebiera, eso le ayudaría un poco, se quedó unos minutos haciéndole compañía, sostuvo su mano. Apareció Marino, Luigi, la joven mujer les dejó solos, él le agradeció, acordaron le llamaría a Franco para informarle, en cuanto fuese posible llevaría las cenizas para hacer una ceremonia, que el niño se despidiera de su madre, aunque sabía que ella deseaba quedarse en Italia. Marino procedió a agilizar trámites, compró un café, salió a sentarse a una banca afuera del área de urgencias, la vista de un pequeño jardín le ayudó a encontrar las palabras y fortaleza para hacer la llamada, pensaba en el pequeño niño.
Bebió el café de su sorbo, respiró profundo, entró la llamada, casi de inmediato, una voz un poco ronca con acento italiano respondió. Marino se presentó, cuando dijo que era el abogado de Luigi, algo sintió Franco, estaba junto a Carlo, le hizo señas a Loretta para que se encargara del niño, se sentó en una silla de su oficina, se quedó helado, no lo podía creer, ya le había dado su apellido a su hijo, ahora era solo suyo, terminaron la llamada hablando en italiano, le agradeció, se inclinó en el escritorio, recargado en sus codos, se cubrió la cara con las manos, algunas lágrimas se le escaparon, era la madre de su hijo, estaba impactado, su mente volaba, tantas cosas, en tan poco tiempo, estaba feliz con Carlo, ahora era padre de tiempo completo, necesitaba procesarlo, podía hacerlo, pero, darle la noticia, eso, debía serenarse, ya habían comido, el estómago le giraba sin parar, en la noche platicaría con Loretta, al día siguiente hablaría de padre a hijo, que fuerte, pensaba. Respiró muy profundo, se calmó, entró a la cocina por una sorpresa de chocolate que le tenía a Carlo, llegó a la mesa, con una sonrisa, colocó la figura, era un chef de chocolate, el niño lo abrazó, él beso la frente, le acarició la cabeza, intercambiaba miradas con ella, quien percibió algo malo pasaba, lo distrajo mostrando los dibujos que habían hecho, unas pizzas de papel, un pan con mantequilla, un emparedado, una hamburguesa, un chocolate, cono con helado, entre otras cosas.
Madeline trabajando en su oficina, fue Amal a mostrarle unas fotografías, además de un plato con unas tostadas, frijoles negros molidos, chorizo, crema, queso, aguacate, salsa ligeramente picosa, lo cual le encantó comió las dos piezas, sin enojarse, le elogió la combinación, él sentado frente a ella, le solicitó consejo, organizaba todo para darle el anillo a Dayan, quería hacer algo diferente, la boda sería pronto, pero aún no le pedía matrimonio oficialmente. Ella le sugirió llevarle el desayuno en una charola, «en una copa le sirves un batido de fresa con yogur, lo adornas con una pequeña sombrilla de papel, una fresa grande en ella insertas el anillo, las fresas son su fruta favorita, según me contaste», «me encanta la idea, sencillo, romántico, las fresas saben a besos», le dio un abrazo como buenos amigos.
La noche se asomaba, salieron de trabajar, en la oficina se quedaron Katie y Perkins, faltaban cosas por terminar, le había pedido a Amal que les dejara todo para cenar unas tostadas, les encantaron, así que hicieron una pausa tenían hambre, se sentaron en la barra de la cocina, bebieron naranjada. Al morder la crujiente tostada, la blusa blanca de Katie quedó hecha un desastre, necesitaba lavar la mancha la salsa roja podía dejar huella de por vida, se quitó la prenda, tomó jabón para lavar trastes, procedió a tallar la mancha, apenas quitó la mancha, Jeff, estaba atrás de ella, la abrazó, se besaron, las tostadas esperando se quedaron, exactamente lo que se habían propuesto que no harían, de sus labios brincaban chispas, una conexión muy especial les estaba conquistando los corazones.
Madeline llegó justo al mismo tiempo que Joan, se saludaron en el elevador, ella llevaba una bolsa con la cena, cortesía de Amal, tostadas, las cuales parecían un platillo simple, pero les resultaron deliciosas, cenaron en pijamas, ambos se ensuciaron, la salsa tomates asados, provocó tener que agilizar el encuentro piel con piel, la lavadora les acompañaba, parecían dos recién casados, en plena luna de miel.
Amal y Dayan se durmieron temprano, él fingió dolor de cabeza, se levantó antes del amanecer a preparar el desayuno, esculpir varias fresas, hasta que logró el efecto que deseaba, ella hermosa, dormía profundamente, apenas el sol saludó, él fue a despertar a su bella amada, ella se sentó, emocionada al ver la bandeja de madera adornada, un omelette delicioso, pan, café, pero lo que la cautivó fue la hermosa copa adornada, tomo un sorbo, quitó la sombrilla de papel, la fresa la cual tenía intenciones de morder, reconociendo antes el diseño que creó con la fruta, hasta que vio el anillo, con la otra mano se tapó la boca, mientras exclamaba, «¿qué es esto? ¡no lo puedo creer!», dos gotas le brotaron de los ojos, él se colocó sobre su rodilla, tomó el anillo, «¿quieres amarme toda la vida?», después de eso, el desayuno casi sale volando, se comieron la boca a besos, me parece que la respuesta fue afirmativa.
Loretta y Franco se habían desvelado hablando, de Sofía, llegaron a la conclusión que el destino, el universo, se acomodaron como debían ser las cosas, ella desde el cielo vería por su hijo, se levantaron muy temprano, prepararon huevos revueltos, tocino, waffles, jugo de naranja, una mesa linda, un gorro de chef, puesto en el lugar de Carlo, ellos ya estaban arreglados, fueron a despertarlo, se levantó, lavó sus dientes, al ver la sorpresa en la mesa, estaba contento, desayunaron, mientras ellos tomaban café y él bebía un vaso con leche, comenzaron a platicarle que el avión en el que viajaba su mamá, tuvo una falla, se había lastimado, estaba en el hospital muy delicada, preguntó si su mamá se moriría, ellos le respondieron que no lo sabían, «ella ha estado enferma desde hace tiempo, toma una medicina para respirar mejor», consideraron por el momento no decirle más, así se haría a la idea…
Sentada en el tapete de yoga, descalza, con una taza de chocolate amargo con especias, escuchando a Andrea Bocelli, Matteo Bocelli – Fall On Me, agradezco tu presencia en el blog, una taza de chocolate te espera junto al sofá.
Respira la vida. Inhala amor y exhala agradecimiento…




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Continuará…
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